miércoles, octubre 19, 2005

La figura del artista y las llaves del reino / Tercera parte

¿Qué es la vocación? Para Octavio Paz intentar definir la vocación es una empresa difícil. En el ensayo titulado El llamado y el aprendizaje[1], Paz menciona dos aspectos que tiene que ver con la vocación: el llamado y el aprendizaje. El llamado es una invitación a hacer, a emular lo que admiramos; el aprendizaje se basa en la imitación. Según Paz el llamado es misterioso, no sabemos porqué o de dónde viene ni quién o qué lo hace. No se necesita talento para sentir el llamado, es deseable, mas no necesario. El resultado de aceptar la vocación dependerá del mayor o menor talento innato que tengamos; también del aprendizaje del oficio. Identificamos en la vocación el motivo mítico del viaje del héroe. Cabe ahora preguntarnos sobre la muy particular vocación de escribir relatos. ¿Por qué el escritor escribe historias?

Mario Vargas Llosa estudió la obra de Gabriel García Márquez en su libro García Márquez: historia de un deicidio[2]. El escritor peruano explica la vocación de escribir como la respuesta de una persona a su inconformidad con la realidad tal y como la conocemos. Escribir, contar historias, sería entonces la forma de enmendarle la plana a un Dios creador, aún más: suplantar a ese dios, matarlo para erigirse, en cada obra, en cada novela o cuento, en un Dios que sabe bien lo que hace y cómo lo hace. Los escritores, dice Vargas Llosa, tienen sus demonios, esto es, acontecimientos cruciales en su vida que provocaron el desacuerdo con el mundo, su rebelión, su disidencia. Entonces, el escritor escribe para conjurar sus demonios internos, por rebeldía, porque los demonios lo han llamado y él debe responder escribiendo. Esa debiera ser la motivación ideal del escritor, no la fama, no el hecho de demostrarle a los demás que tenemos mucha imaginación y que podemos escribir; tales pretensiones son ridículas y sólo traen consigo la decepción y la desdicha. En algunos casos tendrán éxito. No podemos poner en duda la autenticidad de un escritor que se haya propuesto hacer dinero escribiendo best sellers. Mientras su objetivo y sus acciones se mantengan congruentes tal persona merece respeto, aunque no nos gusten sus libros. Quiero decir que lo verdaderamente importante es la autenticidad, el mantenerse sincero consigo mismo; que la obra sea juzgada buena o mala depende de la crítica. El éxito o el fracaso no importan, el escritor debe asumir el único compromiso auténtico que tiene: sus escritos y escribir cada vez mejor. Hasta aquí podemos decir que la historia de una vocación adopta la estructura ancestral del mito. Pero, ¿de qué modo está más capacitado el artista para llevar a cabo la misión del héroe? Precisamente porque realizar una obra es cumplir con los pasos de la aventura mítica: partida, iniciación, regreso. En el caso específico del escritor de cuentos y novelas puede elevarse a un segundo grado la ruta del héroe ya que puede escribir sobre un personaje artista. El artista posee una habilidad para descubrir el trasfondo mítico y, además, para aplicarlo conscientemente a sus obras. Julieta Campos nos da una definición de artista en su libro Función de la novela:

"El artista es alguien que desarrolla mucho más que sus semejantes la capacidad de atención, de apertura hacia el mundo. Es un ser, digamos, más despierto que otros, que vive constantemente en tensión, como si fuera un pecado contra el espíritu bajar la guardia, disminuir la receptividad, no saber que todo lo que ocurre y lo que existe es susceptible de convertirse algún día, en otra parte (el libro, el cuadro) en algo que hubiera podido o podría ocurrir o existir, de modo que sólo entonces, fuera del contexto real e inserto en otro contexto artificialmente creado, llegará a ser completamente" [3].
***
Notas:

[1] Octavio Paz: "El llamado y el aprendizaje", en revista Letras Libres, México, Año I, número 4, abril de 1999. pp. 10-14.
[2] Mario Vargas Llosa: García Márquez: historia de un deicidio. Monte Ávila Editores, Barcelona-Caracas, 1971.
[3] Julieta Campos: Función de la novela. Ed. Joaquín Mortiz, México, 1973. pp. 10-11.

2 Comments:

Blogger R Hamos said...

sniff, soy la visita numero cien, no hay premios para la visita numero 100?? saludos!

8:06 p.m.  
Blogger Gilberto Marti said...

Hola, visitante número 100 ¡¡¡
Se ha ganado, señor, señorita, el derecho a sugerir un tema para un nuevo ensayo o minificción a publicarse aquí o en la Estación de Letras.
Si el premio no le parece adecuado, se aceptan sugerencias.
Gracias por visitar la Estación.

6:27 p.m.  

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