martes, octubre 18, 2005

La figura del artista y las llaves del reino / Segunda parte

Con las palabras anteriores termina El héroe de las mil caras, quise citarlas porque a partir de ahí pretendo explorar la hipótesis de que hay un individuo entre nosotros que está más capacitado que el resto para desempeñar el papel del héroe y, por lo tanto, podrá continuar la empresa mítica de reconciliación con el universo: me refiero a la figura del artista.

Una pregunta que deberíamos hacernos cada vez que estamos a punto de comenzar cualquier actividad es ¿por qué lo voy a hacer?, ¿quiero hacerlo?, ¿para qué? Pensemos en una actividad familiar. Voy a llevar a mi hija y a mi esposa a pasear porque quiero convivir con ellas y darle oportunidad a mi hija de que se relacione con el mundo, que tenga experiencias; porque los tres nos sentiremos bien y habremos logrado fortalecer el vínculo que nos une. Todos pasaremos un rato agradable y, al final, habremos llenado un poco más nuestras vidas. Eso está muy bien, es un ejemplo concreto de un acto humano y los motivos que lo alimentan. Cuando comenzamos a prepararnos para la vida adulta hay que pensar en lo que vamos a estudiar. ¿Por qué decidimos estudiar Literatura? Posibles respuestas: Porque eso estudió alguien de mi familia; porque no tiene que ver con las matemáticas que odio tanto; porque es la carrera en la que había cupo, etc. Habrá tantas respuestas diferentes como individuos a quienes interroguemos. Me interesa reflexionar alrededor de una sola de las posibles respuestas posibles: estudio Literatura porque me gusta. Bien, pero, ¿por qué me gusta? Ésta segunda pregunta admite también una gran cantidad de respuestas: porque un amigo que está cursando la carrera me platicó; porque quiero ser profesor de Literatura; etc. Me interesa una de las contestaciones, quizás una de las menos frecuentes: quiero estudiar Literatura para ser escritor. Es una respuesta que genera reacciones encontradas por parte de la familia: eso no es una carrera, de qué vas a vivir, nadie solicita escritores (no se diga poetas porque entonces el escándalo se agrava), en fin, es toda una locura. Que el muchacho o muchacha decida continuar depende de qué tanta influencia ejerzan sobre él o ella sus familiares y de la claridad que tenga en su objetivo, esto es, qué tan definida está su vocación. Llegamos a la palabra y pregunta claves: la vocación. Habrá que preguntarnos al respecto...