martes, octubre 11, 2005

La figura del artista y las llaves del reino / Primera de seis partes

Joseph Campbell en el libro El héroe de las mil caras [1] sostiene la tesis de que los mitos se manifiestan en la actividad humana y que no han dejado de hacerlo desde la antigüedad hasta la época actual, que estemos concientes de ello o no es un hecho que marcará las diferentes etapas en la historia espiritual de la humanidad. Campbell emplea los postulados del psicoanálisis, en especial los de Jung, para estudiar las mitologías. Propone la aventura del héroe mítico como una serie de pasos: la partida, la iniciación y el regreso. El héroe parte porque ha sido llamado y la invitación es urgente. Desde luego puede negarse y entonces será obligado a responder. Es una posibilidad en la que no quiero detenerme, doy por hecho que el héroe consiente en dar comienzo a la aventura.
En el último capítulo de su ensayo Joseph Campbell menciona la situación actual del mundo como una época que ha dejado de creer en los mitos:
“el ideal democrático del individuo que se determina a sí mismo, la invención de los artefactos mecánicos y eléctricos, y el desarrollo de los métodos científicos de investigación han transformado la vida humana en tal forma que el universo intemporal de símbolos hace mucho tiempo heredados ha sufrido un colapso” [2].
En la antigüedad, afirma Campbell, el interés y las soluciones estaban en el grupo, en cambio, la época actual se basa en la individualidad. Pero “el individuo no sabe hacia dónde se dirige, tampoco sabe lo que lo empuja” [3]. Esto se debe a que en el individuo se ha perdido la comunicación entre lo subconsciente y lo consciente. Los héroes ya no son como antaño, sin embargo siguen teniendo la misión de encontrar un nuevo canal de comunicación entre las dos mitades del ser humano. El ser humano no debe renunciar a las condiciones materiales de la modernidad, sino orientar sus búsquedas hacia el misterio de sí mismo. “El hombre mismo, es ahora el misterio crucial”[4] y, además, “el hombre es la presencia extraña con quien las fuerzas del egoísmo deben reconciliarse, a través de quien el ego debe crucificarse y resucitar y en cuya imagen ha de reformarse la sociedad”[5].
Concluye Campbell con un llamado: “Y así, cada uno de nosotros comparte la prueba suprema —lleva la cruz del redentor—; no en los brillantes momentos de las grandes victorias de su tribu, sino en los silencios de su desesperación personal.” [6]

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Fin de la primera parte

NOTAS

[1] Joseph Campbell: El héroe de las mil caras (psicoanálisis del mito). F.C.E., México, 2001. La primera edición se publicó en 1949.
[2] Op. cit. p.p. 340 y 341.
[3] Ibid. p. 341.
[4] Ibid. p. 344.
[5] Loc. cit.
[6] Ibid. p. 345.